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La España del Trankimazin: la ansiedad es la última epidemia. España es el país con más consumo de sedantes de Europa

“(…) Hoy sabemos que hay personas con mayor predisposición a sufrirla por cuestiones genéticas. También que el entorno social puede provocarla. Y por supuesto, la vida de cada uno. Pero durante los últimos años la ansiedad ha trascendido la puerta de las consultas médicas hasta convertirse en una epidemia social.

Nunca antes había habido tantos episodios de ansiedad, tan visibles ni de los que se hablase tanto. En España somos líderes en consumo de ansiolíticos: al menos una de cada 10 personas sufre estos síntomas, según la OMS.

De acuerdo con las últimas encuestas, la ansiedad ya es el problema mental más citado por los españoles. Y no solo es un motivo de preocupación sanitaria: este mal – y sus consecuencias – nos cuesta el 2% del PIB anual. (…)

Si la depresión fue el mal del cambio de siglo, la ansiedad se ha convertido en la enfermedad de nuestra era. Hoy vivimos en la España del Trankimazin.

Si está leyendo esto y asintiendo afirmativamente, caben dos opciones: o es usted del club de los que la sufren -o la ha sufrido- o es de los que ha escuchado a amigos hablar de sus problemas con ella, algo cada vez más habitual.

En el tiempo que este periodista ha tardado en escribir este reportaje, un colega de profesión se ha ofrecido a contarle cómo gestionó sus problemas de ansiedad, un amigo le ha explicado cómo empezó a correr porque era la única forma en la que controlaba, otro le ha recomendado un libro sobre meditación, una amiga se ha quejado de una crisis que tuvo en la oficina por estrés y otra que sufría taquicardias le ha anunciado que las pruebas cardiológicas son correctas, pero que el médico la ha derivado al psiquiatra porque cree que -por supuesto- es un problema de ansiedad.

Nadie conoce mejor la enfermedad que Mayca Padilla. Ya lleva tres décadas conviviendo con esta en su formato más severo. Nacida en Almería, vive en Barcelona desde finales de los 70. Hoy tiene 62 años y se dedica a limpiar oficinas. Mayca cuenta que apenas un par de días antes de hablar con ella ha sufrido su última crisis.

Una discusión con un empleado de mantenimiento del edificio en el que trabaja le hizo descontrolarse y chillar. Después llegó «el subidón», la presión en el pecho y la respiración entrecortada e imposible por momentos. «Y sé que todo es mental. Pero casi me caigo al suelo», cuenta. (…)

El detonante en el sector fue el libro que en 2014 publicó el periodista Steve Stossel, director de la revista The Atlantic. En Ansiedad: miedo, esperanza y la búsqueda de la paz interior (Ed. Seix Barral), Stossel no solo hace un divulgativo recorrido por este trastorno y por cómo solo se ha empezado a estudiarlo realmente en las últimas dos décadas, sino que narra su propia experiencia.

Un paciente con un caso severo de ansiedad combatido a lo largo de su vida sin éxito con todo tipo de tratamientos y fármacos. Un periodista prestigioso, obligado a tomarse un batido de pastillas y whisky, hasta llegar casi a la inconsciencia, para poder hablar en público.

El de Stossel no ha sido el único testimonio similar. También han contribuido a la visibilidad de estos problemas numerosos personajes famosos que han hablado abiertamente de ello. La actriz Lena Dunham, de 31 años, es uno de los mejores ejemplos: no solamente ha contado que la ansiedad le ha seguido a lo largo de su vida «como una mala amiga que reaparece para vengarse cada vez de una forma diferente», sino que además escribió, protagonizó y dirigió durante siete temporadas la exitosísima Girls, la serie en la que la protagonista también la sufre. (…)

El resultado de todo esto es que la ansiedad se ha revelado como el mal del siglo XXI: tanto por su prevalencia como por su creciente visibilidad y la reducción de ese tabú que suponía, del estigma social de estar mal de la cabeza.

En Google se busca hasta 10 veces más el término ansiedad que depresión. Y desde 2011 los temas relacionados con esta también superan con creces en búsquedas a los que tienen que ver con la depresión, que era la enfermedad mental por excelencia y la primera que empezamos a compartir públicamente.

Algunos ya hablan de los millennials como la generación ansiosa, por el incremento que ha tenido en los jóvenes. En Estados Unidos, Lena Dunham es el paradigma. Allí las estadísticas muestran a la generación menor de 30 años más ansiosa de las últimas ocho décadas. (…)

En sus 30 años de ansiedad y depresión, Mayca ha ido completando su particular colección de fobias. Hasta hace un año no era capaz de entrar a un bar a tomar café sola. Sabe nadar pero no es capaz si no hace pie. Si el metro va lleno necesita quedarse en una esquina junto a la puerta, donde vea una vía de escape. Tiene miedo a las cucarachas y a los insectos pequeños. Sufre agorafobia y claustrofobia. También TOC (trastorno obsesivo-compulsivo), que la obliga a necesitar que esté todo correctamente colocado…

El resultado, confiesa, es que solo se siente «tranquila», solo se siente «bien», cuando está en su casa «y haciendo las cosas que le llenan». Entre ellas, cuenta, ayudar a otras personas. Por eso forma parte de la asociación catalana Assadegam, de pacientes con trastornos de ansiedad, única en España, en la que tratan de apoyarse unos a otros con terapias colectivas de grupo y además promoviendo una mayor concienciación.

El suyo es uno de esos casos severos. Pero son los episodios leves y moderados los que sí se han disparado durante los últimos años. Los que los médicos consideran «trastornos reactivos o de adaptación», (…)

La crisis ha sido un detonante de este ascenso. Las pérdidas que esta ha supuesto han propiciado ese aumento de situaciones en las que no nos adaptamos a los cambios. Pero vivimos hoy en una sociedad que además fomenta la ansiedad . La aceleración, el estrés, la competitividad y las enormes expectativas y la frustración de no alcanzarlas azuzan el malestar.

Y el hedonismo, que ha «venido para quedarse», como dice el psiquiatra Bobes. Una sociedad que quiere disfrutar, que solo aspira a disfrutar. Sobre todo una sociedad, como apunta el psicólogo Guillermo Fouce, al frente de la Fundación Psicólogos Sin Fronteras, en la que directamente no deseamos que haya emociones negativas, en la que se ha vendido, marketing puro, la idea de la felicidad, de que en la vida no podemos sufrir diferentes episodios o fases negativas.

Como explica Fouce, hemos llegado a un punto en el que «lo que se intenta es huir de cualquier tipo de problema de una manera superficial. No entendemos ni asumimos las frustraciones y lo queremos resolver todo con una pastilla».

Y cuando eso sucede, cuando estamos metidos en ese túnel, sin pararnos a observar a los lados o atrás, es cuando irrumpe un día en nuestras vidas la ansiedad. Ese día en el que el cuerpo se tensiona, el pulso se acelera, se contrae el pecho y cuesta respirar como si fuésemos Dwan en la zarpa de King Kong y este hubiera perdido su bestial sutileza. (…)

Los especialistas como Cano alertan del círculo vicioso que se produce en la sanidad española. Un paciente con episodios de ansiedad acudirá al médico de cabecera, que en una consulta de apenas cinco minutos recetará un ansiolítico o derivará a Psiquiatría y a una lista de espera de meses.

En el estudio que se ha realizado se medía cómo cambiaba la ecuación introducir más psicólogos en la atención primaria. «Hemos visto que hay un índice de recuperación del 70% frente al del tratamiento habitual con pastillas, que es del 30%», destaca Cano. (…)” (David López Canales, El Mundo, 24/09/17)

Carles Rivera. Psicòleg.
Director de l’Institut Català de l’Ansietat